Escribe: Lic. Maria Casariego de Gainza

EDUCAR SIN CASTIGO

Educar es dar herramientas, preparar a nuestros niños de la mejor manera posible para vérselas con la vida de un modo en que puedan ser felices.

 Esto me invito a preguntarme ¿cómo pensamos el aprendizaje?

¿Hay alguna relación entre la autoridad y la posibilidad de educar?

Evidentemente el aprendizaje esta atravesado por cuestiones epocales, tenemos que revisar con que temas transgeneracionales nos vemos cuando estamos enseñando a nuestros niños. Que nos ha pasado cuando éramos niños, como vivimos los castigos tan frecuentes en el pasado y que todavía no se han descartado de la enseñanza en el presente.

El castigo implica inocularle al niño un cierto temor, miedo a que ocurre si desobedece.

 Nada bueno va a ocurrir desde este miedo, además que implica instalar un rencor en el niño, con lo cual se va lastimando el vínculo. El adulto que debe cuidar y proteger aparece como alguien temible y por lo tanto deja de ser la base segura donde el niño se va a cobijar cuando se sienta inseguro.

El castigo, el premio junto a la competencia han sido paradigmas de un modelo de educación autoritaria y en muchos casos arbitraria.

Sabemos que el aprendizaje no es efectivo desde el temor. Nada bueno surge junto al miedo.

Como padres, educadores, figuras de apego. tenemos que facilitar el vínculo amoroso y confiable para generar desde allí las pautas de educación. Obviamente la crianza es una etapa muy movilizante para los padres que se sienten cuestionados por el contexto y en muchos momentos con pocos recursos para hacer frente a las demandas de un niño en crecimiento. Se les impone “ser buenos padres “. Winnicott nos hablo de “madre suficientemente buena” entendiendo que es aquella madre que también falla, no es perfecta. Nos plantea este autor, psicoanalista y pediatra que aquella madre es fallada, muestra su error.

Cuando pensamos en educar estamos dando recursos para reflexionar, aprendiendo de la experiencia que muchas veces implica cometer errores, generar una función reflexiva que regule las emociones paulatinamente acompañando la maduración psicofísica durante el desarrollo.

Hay etapas que los niños necesitan oponerse al adulto como forma de autoafirmación para demostrar su individualidad, pensemos en la etapa de los 2 a 4 años o en la adolescencia; no se están portando mal, están estructurando su modo de pararse en el mundo, oponerse es una forma de diferenciarse, discriminarse de lo que proponen los padres, explorar con sus propios recursos el mundo.

Plantear una educación sin castigos, tanto en el ámbito familiar como escolar, hace que se disparen las alarmas basada por los prejuicios, las creencias y los miedos arraigados en nosotros con la fuerza de la cultura predominante. Sin embargo, estamos en constante evolución y revisión del psiquismo infantil lo que debiera traducirse sobre todo en una mayor adaptabilidad y flexibilidad.

Está suficientemente demostrado que el castigo no modifica la conducta a largo plazo, no educa, deteriora el vínculo entre el niño y el adulto, genera resentimiento, conductas evitativas, y violencia. Fragiliza una autoestima en construcción, genera ansiedad y miedo, y perpetúa el modelo anacrónico, simplista e ineficaz de educación que ya no defenderían ni los conductistas más radicales. Se trata de un modelo de aprendizaje que corresponde al siglo pasado, experimentado inicialmente con animales, para generalizarlo luego al comportamiento humano.

El gran desafío es pensar como educamos hoy descartando el castigo que solo surge como una descarga de los padres cuando se sienten impotentes-

Desarrollare para eso varios puntos que deberíamos tener en cuenta en una educación sin castigos pensada desde la Teoría del Apego.

Lo primero es comprender la conducta del niño. Que nos está diciendo. Por ej.: ¿Busca llamarnos la atención? ¿Esto nos lleva a un punto muy importante: ¿Qué tiempo le dedicamos? ¿Se siente acompañado, escuchado en ese tiempo compartido? ¿Es tiempo de calidad para el vínculo que queremos construir? Si hay varios niños en la casa ¿buscamos un espacio personalizado y acorde a la edad de cada uno?

El segundo punto es nuestra propia regulación emocional como adultos. Muchos castigos son arbitrarios y tiene que ver con el cansancio de los padres o con malos manejos emocionales de sus propias problemáticas no resueltas. Somos quienes tenemos que enseñar a regular las emociones a los niños, para eso tenemos que lograr una adecuada función reflexiva nosotros. No siempre lo podemos hacer solo, es ahí el momento de pedir ayuda profesional

El tercer punto: es el dialogo, animar al niño a hablar y prepararnos a escucharlo activamente. Tenemos que usar un lenguaje claro y transparente para cada mensaje que le queremos dar, teniendo en cuenta el momento de su desarrollo. Las consignas tienen que ser coherentes y sostenerlas en el tiempo. Por ej. Si un niño dejo desordenado su cuarto o no quiso bañarse que la represalia sea que se quede sin postre es absolutamente incomprensible para él. Ahí hay una muestra de autoritarismo de los padres, de esta situación no queda ningún proceso de enseñanza en relación con las ventajas del orden o la higiene.

El cuarto punto es darle la posibilidad de reparar sus errores. Acompañarlo a pensar la mejor manera para hacerlo. Hablar sobre lo que ocurrió, pensar juntos maneras de solucionarlo, evaluar consecuencias de sus errores, conteniendo al niño y evitando gritos o enojos que sólo servirían para asustarlo y angustiarlo no pudiendo comprender lo que ocurrió

Quinto punto es construir espacios de negociación donde se puedan establecer acuerdos a cumplir tanto para el niño como los padres. Establecer contratos. Por ej. Puedes quedarte unos minutos mas mirando la tele pero la próxima vez que te llame vas a bañarte sin protestar,

Sexto puntos: dar el ejemplo, es muy frecuente que se le pida a los niños cosas que los adultos descuidan. Por ej.: N dejes tirada la toalla y cuando el niño entra a bañarse después de un adulto encuentra la toalla tirada. Podemos hablar mucho pero finalmente ellos están observando nuestra conducta que será la guía sobre la que se van a manejar. Cuando el discurso no coincide entre lo que se le dice y lo que se hace, el aprendizaje que

queda es que sus adultos referentes no son confiables.

Para terminar, me gustaría marcar la diferencia entre autoritarismo, castigo y puesta adecuada de límites. Hay momentos de riesgo para el niño o adolescente en que el adulto tiene que poner límites. Esta puesta de limites es cuidarlo y debemos tener claro que en estos momentos debemos asumir la responsabilidad que tenemos en el vínculo asimétrico. allí no estaremos enseñando sino cuidando, sacando al niño de una situación peligrosa. En un segundo tiempo podremos trabajar que fue lo que paso y porque se tomaron ciertas decisiones.

Retomando las palabras de Winnicott, en una cultura tan perfeccionista debemos aceptar que como padres y adultos fallaremos en algunas oportunidades, así como nuestros niños comentaran errores. Ambos, adultos y niños tenemos la posibilidad de reparar ese daño, ese es nuestro mutuo aprendizaje.

Lic. Maria Casariego de Gainza

Lic. Psicología (UBA) Docente Titular de la Maestría en Psicoanálisis UNlaM- Docente titular de La especialización en Psicoanálisis con orientación clínica en adultos en AEAPG - Docente titular de la Formación Permanente catedra: “ Teoría del Apego” en AEAPG- Miembro activo AEAPG- Miembro de la Comisión Directiva de IAN Argentina – Miembro de FLAPPSIP . Directora de MCG. Capacitación en Teoría del Apego.

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